Como bien lo mencionó Lucien Febvre -lo sentimos por los historiadores-  uno no aprende del pasado. No hay que hacerse ilusiones. El pasado no obliga. El hombre no se acuerda del pasado; siempre lo recrea, lo reconstruye. "Arranca del presente y a través de él conoce e interpreta el pasado".

No obstante, si algo aprendimos de la pandemia tiene que ver con la importancia de nuestros hábitos de consumo cultural, algo que a los actuales administradores de servicios y bienes culturales les ha pasado por alto. Al parecer, no logran comprender que los objetos y prácticas socioculturales como puede ser la vivienda, ropa, alimentos, entretenimiento, educación, hasta la simple forma de comunicarse, en su conjunto, conllevan diferentes modos en cada época que son usados.  En este sentido, la historia de la lectura se ha constituido como uno de los dominios más importantes de la historia cultural.   En el Fondo Editorial Guanajuato somos todos y todas: autores, editores, libreros, bibliotecarias, promotores y gestoras, pero, sobre todo, somos  personas lectoras, porque entendemos que no hay ediciones sin lectores. Y si bien el libro ha dejado de ser el objeto cultural por excelencia. Las investigaciones sobre la apropiación del libro por los diversos públicos lectores han colocado una vez más al lector como el eje de nuestras acciones. Sean, pues, bienvenidas cada una de las historias lectoras que conforman el escenario de nuestra identidad: contadores y escuchadores de historias.